La vitalidad y el entusiasmo

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¿Qué es la vitalidad?

Duangkamon Khattiya / Getty Images

La vitalidad hace referencia al sentimiento de sentirse vivo, con un nivel alto de energía y entusiasmo por lo que haces.

Las personas con vitalidad dicen sentirse vivas, llenas energía y entusiasmo, casi siempre se sienten alertas y despiertas, y rara vez se sienten demasiado cansadas. Son personas dinámicas tanto a nivel mental como físico que funcionan al 100%.

La vitalidad no es lo mismo que la hiperactividad o la tensión nerviosa, puesto que la vitalidad es un sentimiento agradable y satisfactorio en sí mismo, dirigido a la realización de actividades que hacen que la vida valga la pena. La vitalidad es especialmente valiosa cuando una persona es capaz de mostrarla en situaciones duras, que fácilmente pueden desgastarle y mermar su energía.

La vitalidad está muy relacionada con el estado de flujo o experiencia óptima, porque hace referencia a esa implicación intensa en una actividad, cuando estamos totalmente absortos en ella y sentimos entusiasmo por lo que hacemos.

Tener energía y vitalidad no es la misma cosa. Una persona tensa, nerviosa, enfadada y agresiva puede estar llena de energía, pero la vitalidad hace referencia solo a la energía experimentada de forma positiva. De hecho, algunas formas de activación te agotan y te roban vitalidad, como la ira.

El entusiasmo y la vitalidad resultan positivos no solo para uno mismo sino también para los demás, puesto que es un sentimiento "contagioso" que los demás suelen valorar en las otras personas y que amplia nuestra sensación de lo que puede lograrse. Las personas entusiastas inyectan energía y entusiasmo en los demás. Por ejemplo, los profesores más valorados y considerados mejores son precisamente aquellos que muestran entusiasmo cuando imparten sus clases.

Por el contrario, lo opuesto a la vitalidad sería la falta de entusiasmo, la depresión, el letargo, la lentitud, la falta de energía, la amargura, la falta de motivación. La gente por lo general, tiende a huir de las personas así, prefiriendo a personas más vitales, sobre todo aquellas que muestran lo que algunos autores han llamado vitalidad calmada, que se produce cuando hay un alto nivel de energía y entusiasmo, pero están controlados y dirigidos correctamente hacia una meta.

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¿Qué hace que tengamos más o menos vitalidad?

La vitalidad está asociada a una buena salud física, ausencia de fatiga y ausencia de enfermedad. A nivel psicológico, la vitalidad refleja ausencia de conflictos psicológicos, luchas internas, tensiones emocionales, estrés o trastornos psicológicos. Las personas con problemas psicológicos difícilmente van a sentir vitalidad, porque la vitalidad se produce cuando se experimenta una sensación de sentido y significado en la vida, no cuando una persona se siente vacía, perdida, desconectada, sin propósito o considera que su vida carece de sentido. Si estás invirtiendo tu energía en la lucha con conflictos internos, el estrés o la represión de problemas que no quieres ver ni tratar, es lógico que tengas menos energía para todo lo demás. La resolución de los problemas psicológicos, en cambio, está asociada a un aumento de la vitalidad.

Por este motivo, la vitalidad es algo que puede surgir de un sistema de creencias, de un modo de ver e interpretar la realidad y el mundo que te rodea.

El ambiente en que una persona vive también puede mermar su vitalidad, cuando es un ambiente que produce sentimientos de ineficacia, falta de libertad, control excesivo, desconexión, alienación, etc., debido a los efectos psicológicos negativos que conllevan.

Nuestras relaciones con los demás también tienen un efecto en el nivel de vitalidad, de manera que las personas con un mayor número de contactos sociales diferentes presentan más vitalidad, así como aquellas que se sienten autónomas a la vez que apoyadas por los demás. Por supuesto, los contactos sociales conflictivos o negativos pueden tener el efecto contrario, mientras que la intimidad y sensación de conexión con los demás incrementan la vitalidad.

La enfermedad física, la disfunción inmunológica y el dolor están asociados con una baja vitalidad, así como ciertos comportamientos relacionados con la salud, como fumar, mala alimentación y falta de ejercicio. Por ejemplo, una caminata rápida de 10 minutos produce un aumento de la vitalidad y una disminución de la tensión. Por el contrario, comer un dulce produce un aumento inicial de la energía y disminución del cansancio, pero dos horas después, se produce el efecto contrario, con una disminución de la energía y aumento del cansancio a un nivel más alto del inicial (antes del dulce). Esto significa que nuestra conducta tiene un efecto importante sobre nuestros niveles de energía y vitalidad.

Sin embargo, dada la importancia de nuestro propio sistema de creencias, el dolor y la enfermedad física no necesariamente producen una disminución de la vitalidad en todos los casos. Por ejemplo, de un grupo de mujeres muy mayores con discapacidad física, el 20% aproximadamente poseía una buena vialidad emocional. Entre las personas que padecen dolor, el nivel de dolor en sí mismo no disminuye la vitalidad. No tener miedo al dolor, buscar tratamiento por motivos internos en vez de externos, la sensación de control sobre el dolor, sentirse apoyado, y ser optimista son factores que contribuyen a que haya una buena vitalidad a pesar del olor.

Cómo aumentar la vitalidad

Como hemos visto, tu actitud mental y sistema de creencias son muy importantes a la hora de experimentar más o menos vitalidad y entusiasmo. Pero tu comportamiento también puede ejercer una gran influencia: hacer una alimentación sana, no fumar, hacer ejercicio, practicar mindfulness o meditación, tener contactos sociales agradables y en un número adecuado a tus necesidades, practicar actividades relacionadas con la música y el arte, implicarte en actividades creativas, o pasar tiempo en contacto con la naturaleza, son algunas de las cosas que puedes hacer para sentiré más vital y ver la vida con más entusiasmo.